El 11 de junio se celebró el Día Mundial del Cáncer de Próstata, fecha dedicada a promover la conciencia y la prevención de esta enfermedad, así como de otras afecciones prostáticas que pueden afectar la salud masculina si no son diagnosticadas y tratadas a tiempo.
Según la Organización Panamericana de la Salud, en Centroamérica y el Caribe, el cáncer de próstata es la principal causa de mortalidad en hombres, mientras que en América del Sur ocupa el segundo lugar. Esta enfermedad es considerada una de las más peligrosas, siendo responsable de, aproximadamente, el 11,1% de las muertes durante el 2021.
De acuerdo con el doctor Paúl Peñaherrera, cirujano urólogo del Hospital de los Valles, adicional al cáncer de próstata, existen dos problemas comunes que pueden afectar a esta glándula: la prostatitis y la inflamación aguda de la glándula e hipertrofia o hiperplasia benigna de próstata (HBP), crecimiento benigno de la próstata.
El especialista señala que estas tres patologías son entidades biológicamente diferentes, que afectan al mismo órgano. No obstante, si la prostatitis o la hiperplasia no son tratadas adecuadamente, se pueden convertir en un factor de riesgo para el desarrollo de cáncer.
Síntomas de los trastornos prostáticos
Los síntomas de estas condiciones pueden variar, pero es importante conocer algunas características distintivas:
La HPB o hiperplasia prostática benigna suele presentarse con síntomas similares al que produce el cáncer: opresión de la vejiga y uretra, dificultad al orinar o necesidad súbita de miccionar.
En la prostatitis los síntomas varian dependiendo del grado en la que se encuentre (aguda, crónica, bacteriana o no bacteriana). Pero, en general, incluyen dolor o molestia en la zona pélvica, dificultad para orinar o una necesidad frecuente de orinar, dolor durante la eyaculación fiebre y sangrado en la orina.
En cambio, en el cáncer prostático, las etapas iniciales pueden ser asintomáticas y conforme avanza, se pueden presentar problemas como: dificultad para orinar con un flujo débil o una necesidad frecuente (especialmente durante la noche), sangre en la orina o semen, dolor en la zona pélvica o en la parte baja de la espalda.
Peñaherrera recomienda que, debido a la similitud de los síntomas, es fundamental realizar un estudio completo anualmente, que incluya: ecografía de riñones, vejiga y próstata; análisis de antígeno prostático especifico (PSA), en sangre; examen elemental y microscópico de orina; y de ser necesario un cultivo de orina. Adicional a esta evaluación clínica, cuando el paciente amerita, se debe incluir un examen físico de la glándula prostática, a través del tacto rectal. La edad será clave para detectar a tiempo cualquier patología. Por ello, el médico recomienda que sea a partir de los 40 años, más aún si cuentan con antecedente familiares.
Además de un chequeo completo anual, el urólogo considera necesario que se adopte un estilo de vida saludable. Una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y alimentos bajos en grasas saturadas, junto con la práctica regular de actividad física, puede contribuir a la prevención de enfermedades de la próstata. Asimismo, evitar el consumo excesivo de alcohol y el tabaquismo son medidas importantes.
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