Los nacimientos en el contexto de la pandemia han causado que se agudice la depresión posparto. Una sicóloga recurre a técnicas como el uso de la fuerza interior y a los recursos creativos que ofrecen las redes sociales, que harán llevadero el distanciamiento social: antes, durante y después del alumbramiento.
La pandemia ha dejado nudos en la garganta, abrazos pausados, celebraciones ausentes y una senda de recelos y restricciones que han mermado la salud física y mental de muchas personas.
Un gran porcentaje de mujeres, que dieron a luz en medio de la declaratoria de emergencia sanitaria en Ecuador (Sudamérica), experimenta depresión y una profunda tristeza, porque sus anhelos y planes de celebración de una nueva vida se truncaron por las medidas de prevención y los protocolos de bioseguridad, que limitaron las muestras de afecto: antes, durante y después del parto.
Margarita Vergara, madre primeriza, tras perder varios embarazos, posó sus esperanzas en el 2020. Intentó convertir a este año en uno especial, ya que, tras varias consultas médicas, muchos cuidados y un sinnúmero de sacrificios, enfrentó con éxito las 33 semanas de gestación. Creyó que luego del alumbramiento, las expresiones de amor de sus familiares y amigos iban a desbordarse. Sin embargo, el covid-19 truncó esta legítima aspiración.
Contó que, antes del nacimiento, era un suplicio convivir con el temor de que los agentes metropolitanos de tránsito o los policías nacionales se pudieran llevar su auto y le multen por conducir en medio de las prohibiciones, etc. A este escenario, se sumó el recelo que experimentaba cuando debía asistir a los chequeos ginecológicos. Por más que intentaba concentrar sus pensamientos en circunstancias positivas, dijo que la posibilidad de contagio le quitaba la paz.
Este permanente malestar no fue la única angustia que encaró. El denominado ´parto humanizado´ no pudo ejecutarse, ya que los protocolos de bioseguridad en las casas de salud pública prohibieron el ingreso de un acompañante. Así que, las manos de la flamante madre, se conformaron con aferrarse a las mantas hospitalarias y recibir el aliento de personas extrañas, a quienes jamás volverá a ver.
Los suplicios continuaron. Cuando al fin parecía que todos iban a casa, Margarita recibió la noticia de que su hija, Alaia (feliz), debía quedarse más tiempo, pues la supervisión médica se extendería para la niña, quien disfrutó del calor de su hogar casi un mes después de haber nacido.
Como esta, hay decenas de historias que aún buscan escribir un final feliz, cuya hoja en blanco se mantendrá así, hasta que la ciencia encuentre el remedio, que no solo evitará los contagios, sino que traerá alivio a una humanidad que aún aprende a convivir con este virus.
Los psicólogos y psiquiatras han multiplicado sus esfuerzos para acompañar e intentar llenar este tipo de vacíos emocionales, a través de sus tratamientos.
A criterio de la psicóloga quiteña, Mónica Zambrano, las mujeres embarazadas y recién dadas a luz son un grupo vulnerable y olvidado, ya que, al parecer, todos los esfuerzos se han enfocado en las personas de la tercera edad y económicamente activa (de 18 a 85 años).
La especialista contó a PRILMED que, entre los primeros auxilios emocionales que brinda a sus pacientes con depresión posparto, está el estímulo a su fuerza interior, un componente psicológico que promueve el bienestar y facilita la curación. Es la capacidad de protegerse ante la adversidad, manteniendo una actitud positiva, esperanzadora y optimista que permita proyectarse al futuro, confiando en los recursos para lidiar con los problemas. Por ello, la importancia de buscar ayuda.
Zambrano dijo que las parturientas y sus familias deben comprender que la situación actual, que aqueja a todo el planeta, obliga a repensar aquellas prácticas, que hasta antes de la pandemia eran normales. Como la celebración grupal, un rito que da la bienvenida a un nuevo integrante, y que hoy es imposible de ejecutar.
En reemplazo de esto, la psicóloga enfatizó en los beneficios de las redes sociales, una herramienta que está en boga y que, bien utilizada, trae muchas satisfacciones. Las madres pueden transformar toda la necesidad de besos y abrazos (que ya tendrán su momento especial) en manifestaciones creativas que expresen la misma pasión al presentar a su bebé y que este sienta el cariño de todos.
Para estimular y desarrollar los sentidos de los pequeños es vital el contacto físico. De allí, que hay un llamado especial a no descuidar por nada las medidas de desinfección antes de asistir o llenar de mimos al recién nacido. Si los padres gozan del período de paternidad, son demandados a aprovechar este tiempo al máximo, ya que al retornar a sus labores la prudencia y las posibles restricciones serán parte de la innegociable rutina de bioseguridad, que vela por la integridad y salud de un ser totalmente vulnerable, que aún no cuenta con un reforzado sistema inmunológico.
Nuevamente entra en el escenario la familia y el trabajo en equipo o las conocidas ´redes de apoyo´ que, en esencia, buscan complementar tareas y cuidados, que la pareja o solo la madre, no pueden desarrollar. La idea promovida por la psicóloga, Mónica Zambrano, es que, en tiempos difíciles, es un excelente ejercicio la búsqueda de fortalezas, que no solo combatirá al estrés, sino que será una gran muestra de amor, que sobre todas las cosas se proyectará en la vida del menor de edad, quien estará rodeado de seguridad y de imaginativas demostraciones de cariño.
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