Aparece cuando la respuesta del cuerpo contra una infección lesiona los propios tejidos y órganos. Puede conducir a un shock, falla orgánica múltiple y muerte, especialmente si no se la reconoce a tiempo y es tratada con prontitud.
La OMS, desde el 2020, ha hecho un llamado a la acción contra la sepsis, causante de una de cada cinco muertes en el mundo. Esto representa 11 millones de personas al año. En el 2017, se registraron alrededor de 48 millones de casos, de los cuales el 49% se contrajo en hospitales.
De ahí nace el interés de observar a los pacientes que ingresan a casas de salud y que –potencialmente– están expuestos a infecciones asociadas a la circunstancia que los llevó a internarse. Por ejemplo, una persona con un trauma, por accidente de tránsito, es posible que sea intubada, reciba catéteres venosos o sondas urinarias. Esto abre la eventualidad de que contraiga infecciones intrahospitalarias, que son de mayor complejidad y mortalidad. El índice de fallecimientos por esta causa en Estados Unidos y Europa se establece entre el 25 y 30%, mientras que en Latinoamérica está próxima al 40%.
Con el objetivo de disminuir esta perspectiva, existen paquetes de medidas que se toman para evitar complicaciones en los pacientes y que estos desarrollen sepsis. “A esta condición se la define como la respuesta exagerada o disregulada que tiene el organismo ante una agresión infecciosa. Si no se reconoce a tiempo y gestiona con prontitud, puede provocar un choque séptico, falla multiorgánica y la muerte”, explica el Dr. José Luis Vergara, especialista en Medicina Interna y Terapia Intensiva.
Entre las recomendaciones técnicas que se sugieren está que la cabecera de la cama mantenga una inclinación de 30 grados, para que las secreciones no afecten a las vías respiratorias empujadas por la gravedad. La colocación de catéteres en vena debe ser completamente aséptica (equipo, ropa, guantes, ambiente y material esterilizados).
En la recuperación de un individuo que atraviesa un cuadro de sepsis influirán varios aspectos: un diagnóstico y tratamiento precoz elevan el pronóstico positivo. A pesar de ello, en un 30% de los casos quedan secuelas. En el margen restante existirá un restablecimiento total, en un lapso de dos a cuatro semanas. Dos factores que han ayudado enormemente en la mejoría son la terapia de rehabilitación física (ejercicios activos), que puede ser aplicada –incluso– en personas que se encuentran en estado de coma (ejercicios pasivos). El otro, es la implantación de una terapia médica nutricional adecuada, que ha mejorado sustancialmente la calidad de vida de quienes han atravesado una Unidad de Cuidados Intensivos.
Los costos en una UCI del sistema de salud público, representa para el Estado una inversión cercana a los USD 1 000 diarios. En el sector privado puede registrar montos de hasta USD 3 500 diarios. Por lo que una de las mejores estrategias que se están instaurando es la capacitación al personal médico de las áreas de Emergencia para reconocer en forma temprana los indicios de una sepsis o shock séptico y derivarlos a una atención oportuna.
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