El uso de clavos intramedulares y la asistencia por navegación externa, que permite observar las estructuras internas, han logrado un notable avance en el período de recuperación de las fracturas en huesos largos como el fémur, tibia y húmero.
(P) Hasta el momento, la inmovilización a través de dispositivos externos como yesos o aparatos ortopédicos habían sido las opciones típicas en la recuperación de fracturas. Esto requería de una amplia experiencia del traumatólogo para alinear los huesos ‘lo mejor posible’ y apostar por la colaboración del paciente en el proceso de su recuperación, que implicaba reducir su movilidad durante un período extendido.
El desarrollo tecnológico en este campo está difundiendo una técnica que promueve múltiples ventajas. Los clavos intramedulares son dispositivos para fijar fracturas de los huesos largos de las extremidades inferiores y superiores. Son implantados quirúrgicamente. El cirujano, mediante una pequeña incisión, introduce una pieza metálica, larga y delgada en el centro hueco del hueso.
Durante el procedimiento se usan rayos X para controlar la reducción de la fractura y garantizar que el implante esté bien colocado. El siguiente paso es instalar los bloqueos, que son tornillos que se anclan al clavo intramedular, ubicados a la altura de la cabeza del hueso. Para cumplir con esta fase se emplea el método fluoroscópico (un tipo de radiografía que muestra en tiempo real las estructuras internas) o asistencia por navegación externa. De esta forma, se asegura la correcta dirección y el ángulo preciso de la broca que realiza las perforaciones.
Con el uso de estos recursos innovadores, el especialista multiplica su eficiencia y exactitud. Lo cual le permite reducir el estrés propio que ocasiona la maniobra y se minimizan los lapsos de exposición a la radiación. Hay estudios que señalan que, en un período de 10 años, con una media de 20 operaciones anuales, el riesgo de contraer cáncer se eleva en un 33%. Este sistema elimina esta posibilidad.
Los beneficios de esta práctica giran alrededor de un restablecimiento adelantado y una consolidación ósea con un porcentaje más alto de éxito. Así como la movilidad de la articulación en un período corto, lo que define una menor rigidez en el miembro afectado. Los músculos adyacentes se reponen devolviendo una actividad mecánica natural, similar a la que se ejercía antes del accidente.
“El hecho de tener una fractura con una fijación lo suficientemente estable que le permita al paciente moverse y apoyarse tempranamente es lo que favorece la rehabilitación. Y, esto es lo que ofrecen estos clavos: estabilidad”, explica el Dr. Andrés Correa, ortopedista del Hospital Santa Clara de Bogotá-Colombia y consultor de Smith & Nephew. La introducción de esta solución tecnológica al Ecuador es impulsada por SIMED, organización que garantiza la provisión del equipo, así como la fase de capacitación a los profesionales locales.
Si bien este tratamiento resulta versátil es recomendado especialmente para aplicarse en fracturas de fémur, tibia y húmero. No existe contraindicaciones y es posible retirar el clavo una vez regenerados los tejidos. Otra de las ventajas es abrir la posibilidad de arrancar con una fisioterapia de restablecimiento muscular al permitir la movilidad anticipada, comparada con una atención convencional. En manos de un profesional, los ejercicios indicados determinarán una pronta mejoría de la lesión.
Comments