Existen dos elementos que influyen: el psicológico y el biológico. Después del coito se liberan hormonas que favorecen una mejor calidad de sueño; pero, también puede tener incidencia en el desempeño deportivo. Es importante analizar la actividad previa a la competencia que mantienen.
Se ha llegado a pensar que el acto sexual demanda energía y que, cuando se tiene un certamen deportivo cercano, es mejor estar descansado para que el rendimiento no baje. Carlos Bassante, especialista en Medicina del Deporte y docente de la PUCE, explicó a PRILMED algunas particularidades que enfrentan los atletas.
Existe un sinnúmero de aristas que deben ser analizadas. De ahí nace la importancia de la asesoría y el seguimiento de un profesional. “Hay un tema importante, que siempre hablo con mis pacientes. Cuál es el contexto en el cuál me piden un consejo”, afirma.
Explica que el acto sexual, más allá de la función biológica, involucra un aspecto psicológico. Hay muchos que pueden sentirse culpables al practicarlo, antes de un encuentro deportivo. “Si piensan que puede afectar su desenvolvimiento al siguiente día, pues sucederá. Pero, si piensan que no, se sentirán libres de hacerlo. El deportista es la unión de mente y cuerpo”.
En el campo biológico, se han hecho algunos estudios. En Australia, por citar un ejemplo, una investigación determinó que la actividad sexual puede tener repercusiones si se practica a dos horas de la competencia. Si fue la noche previa, no tiene efecto.
Este argumento se corrobora con más de 500 estudios expuestos en una publicación en Frontiers in Physiology, en 2016. En el artículo ‘Actividad sexual antes de la competencia deportiva: una revisión sistemática’, se concluye que “la ciencia no ha encontrado efectos negativos en el rendimiento, cuando el acto sexual es, al menos, 10 horas anteriores al evento deportivo”.
Está comprobado que, después del coito, se liberan muchas hormonas, que relajan y producen bienestar e incluso se tiene una mejor calidad de sueño. “Es lógico pensar, que los deportistas durante la víspera de la competencia se someten a mucho estrés y pueden tener problemas para dormir. En este contexto, es beneficioso. Hay que matizar lo biológico, con lo psicológico”.
Bassante también indica que una relación sexual demanda un desgaste físico de entre un 20% y 30%, muy inferior al que está acostumbrado un deportista, en su rutina diaria. En el caso de la mujer, la implicación psicológica de una relación sexual es más significativa, “si el ambiente de la noche previa no es favorable, será perjudicial”.
En la vida cotidiana, siempre es importante la actividad física. No solo cuando hay torneos. Sin embargo, entrenar en exceso es contraproducente. Hay mayores registros de disfunción eréctil, eyaculación precoz, pérdida de la lívido, baja la calidad del esperma y el líquido seminal se reduce. A ellas, les sucede algo similar: dejan de ovular y de menstruar, padecen de trastorno alimentario (anorexia o insuficiente ingesta de energía) y sus huesos se tornan frágiles (osteoporosis). Esto es conocido como la triada de la atleta.
Hoy, gracias a diversos estudios se conoce como el síndrome de déficit de energía relacionado con el ejercicio, que perjudica al hombre y mujer atletas. A decir del deportólogo, la biología del ser humano tiene dos objetivos: mantenerse vivo y reproducirse. “Cuando un deportista se exige en demasía, ¿de dónde saca energía para reproducirse?”. Entonces, el cuerpo se bloquea y anula esta función. Se afecta el sistema inmunológico, disminuye la capacidad de regeneración celular y es más susceptible a lesionarse.
Cada individuo es único y hay que verlo así, la carga de entrenamiento debe ser paulatina y de acuerdo a las necesidades. No es similar el régimen de un deportista extremo, que el de un ciclista; y, menos aún, que el de una persona sedentaria, que recién se inicia en la actividad física.
