La Iniciativa Mundial contra el Cáncer de Mama de la OMS busca reducir la mortalidad en un 2,5% por año. Y, así evitar 2,5 millones de fallecimientos prematuros entre 2020 y 2040.
El cáncer de mama, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es el más común en las mujeres. En 2020 se registraron 2,2 millones de casos nuevos, 685 000 decesos por esta causa y la mayoría se presentó en estratos de ingresos bajos y medios.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) también maneja cifras preocupantes. Los países de la región son los más afectados. El organismo indica que, en 2020, la cuarta parte de los nuevos casos se detectaron en Latinoamérica y El Caribe, donde la proporción de mujeres afectadas por la enfermedad –antes de los 50 años– fue del 32%. En el portal GLOBOCAM se afirma que en Sudamérica este tipo de cáncer es el más frecuente, solo en Bolivia se ubica en el segundo lugar.
Israel Llerena, ginecólogo mastólogo y especialista de la Novaclínica Santa Cecilia, explica que cada año se diagnostican, a escala mundial, 1,5 millones de casos y que el más común es el carcinoma ductal infiltrante, que empieza en el revestimiento de los conductos galactóforos (tubos delgados que llevan la leche desde los lobulillos de la mama hasta el pezón) y se disemina al tejido normal que los rodea.
Carolina (nombre protegido), una mujer de 42 años con un hijo de 9, lo padece. Con esta paciente, lo primero que había que especificar, según explica Llerena, es el tipo de cáncer y el fenotipo. “Es decir, cómo se alimentan los tumores. También es clave conocer la etapa de la enfermedad –de cero a cuatro– para determinar el tratamiento”.
Cuando Carolina se hizo una mamografía y eco de mamas, al sentir una pequeña bola en sus pechos, supo que había quistes en el seno izquierdo y que el derecho estaba inflamado. “Los quistes no tenían forma específica, eran cristalinos, con sangre. Entonces me mandaron una biopsia, un procedimiento muy doloroso, porque me pincharon en los pezones. Se encontraron ocho cilindros de tejido blando de color blanco amarillento, que medían entre 0,2 y 1,5 cm”. Siete días pasaron cuando recibió una llamada, donde le indicaban que había que poner reactivos a las muestras para saber “el nombre y apellido de la enfermedad” y qué procedimiento debía seguirse.
Llerena indica que con estos datos se puede establecer cómo ayudar. Son cuatro los posibles tratamientos: cirugía, radioterapia, quimioterapia u hormonoterapia. Cada uno es aplicable dependiendo de la etapa de la enfermedad y la naturaleza del tumor. “Cuando se alimentan, por ejemplo, de hormonas, los medicamentos bloquean a estas hormonas y así no se vuelven a producir. En otros casos, se siguen indicaciones específicas para saber si se somete a la paciente a radioterapia. Otras mujeres necesitan quimioterapia, según el avance de la enfermedad. Todas requieren de una cirugía para extraer el tumor; si están comprometidos los ganglios, se vacía el seno. Si el tumor es agresivo, se empieza con quimioterapia, para después operar. Todo depende del caso”.
Las características que se asocian con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama incluyen la obesidad consumo de alcohol, antecedentes familiares, exposición a radiación, antecedentes reproductivos y hormonales, consumo de tabaco, entre otros. Sin embargo, la mitad de los casos se presentan en pacientes sin factores de riesgo y son identificados en mujeres con mayor frecuencia a partir de los 40 años.
El mastólogo asegura que, a escala mundial, el 13% de las mujeres de hasta 70 años vive con el riesgo de padecer esta afección y que al ser multifactorial, no se la puede prevenir; pero, sí detectarla a tiempo. Para el especialista la mamografía anual es obligatoria a partir de los 40 años, por recomendaciones de la OMS, OPS y del MSP de Ecuador. “Según los últimos datos emitidos por Solca y el INEC, en el país la mayor incidencia está en Quito, Guayaquil y Loja. En estas tres ciudades, en su orden, por cada 1 000 habitantes se registran 41,0%, 34,7% y 28,3% de los casos.
Hoy la tecnología es una gran aliada. Lo ideal es hacer cirugías menos invasivas. “Antes se sacaba todo el seno y los ganglios, ahora hacemos biopsias del ganglio centinela al colocar dos medicamentos, uno de ellos azul. Esto nos permite saber cuál es el principal afectado y definir si es necesario o no vaciarlos por completo”, explica el médico.
Carolina agradece el profesionalismo de su doctor, el apoyo de sus seres queridos, su pronta recuperación y con mucha fe dice que Dios tiene un propósito para ella y que le permitió volver a nacer. No piensa realizarse cirugías reconstructivas, su tratamiento será la hormonoterapia.
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