La analgesia intratecal surge como una opción terapéutica para paliar el sufrimiento en pacientes con dolor crónico. En Cuenca se han realizado cinco intervenciones de este tipo.
José Luis Arias tiene 27 años y padece de parálisis cerebral tipo espástica. Es decir, que sus músculos están rígidos y se mueven con dificultad. Su discapacidad no le ha impedido que estudie. Su madre, Glenda Alvarado, cuenta con orgullo que es comunicador social y que escribe para revistas sobre temas de inclusión, da charlas y tiene un emprendimiento.
¿Cómo lo hace? Cuando la audiencia no lo entiende, Glenda es su intérprete. Ella también escribe lo que él le dicta al elaborar las notas periodísticas. Su hijo cursó la universidad con ayuda de un tutor.
Hace siete años, José Luis se realizó una cirugía para la colocación de una bomba intratecal, la cual debía ser implantada a la brevedad posible. El proceso tardó por los costos, porque el proveedor salió del país y por la pandemia, explica su madre. Hoy, ella agradece a todo el equipo médico que ayudó a su hijo en este proceso y que permitió que se someta a una nueva cirugía.
Esta bomba es de infusión de fármacos, también llamada sistema de administración intratecal. Su labor es enviar una pequeña fracción de medicamento para el dolor, directamente al líquido que rodea la médula espinal y lograr efectos terapéuticos superiores, a cuando se administra por vía oral. La cirugía para colocar el implante toma de una a tres horas, luego de la intervención el cirujano determina cuánto tiempo necesita permanecer hospitalizado.
Durante la operación se inserta una bomba y un catéter en el área del abdomen, por debajo de la piel. La bomba de infusión administra cantidades concentradas de medicina en la zona de la médula espinal, donde están los receptores específicos para el control de la señal del dolor. De esta manera, lo reduce o elimina. En el caso de José Luis le suministra blacofeno, que es un relajante del músculo esquelético. Recuperarse de esta cirugía suele llevar unas cuatro semanas.
Guillermo López, director de la Unidad del Dolor del Hospital Universitario del Río en Cuenca, explica que en esa ciudad se han realizado este tipo de implantes a cinco personas y que los pacientes tienen una mejoría sobre su problema basal del 80%, “en referencia a lo que pasaba con la medicación oral y con el número de episodios de espasticidad”.
Para realizar el procedimiento, comenta, “primero se selecciona el caso, se somete al paciente a una prueba para ver si respondería al tratamiento. Si esta es positiva, se vuelve candidato a recibir un implante definitivo”.
Después de la cirugía, el enfermo no debe hacer actividades físicas bruscas de forma inmediata. No puede levantar objetos que pesen 4,5 kilos o más, ya que esto puede hacer que la bomba se desplace de su sitio. Tiene que evitar actividades que eleven la temperatura corporal, para que el medicamento no circule con más rapidez. No debe colocar almohadillas térmicas, mantas eléctricas o bolsas de agua caliente directamente sobre el sitio de la bomba. Tampoco practicar buceo o utilizar sauna e hidromasaje. Hay que evitar los ejercicios vigorosos como correr o trotar, entre otros cuidados.
