La falsa sensación de seguridad es uno de los efectos inmediatos de una persona armada. Esta puede ser contraproducente en un escenario de máximo estrés como un asalto. La reacción de un civil es impredecible.

El porte y tenencia de armas por parte de la población civil fue viabilizada mediante el Decreto Ejecutivo 707, emitido por el presidente Guillermo Lasso, el pasado 1 de abril. Esta medida, es justificada, desde la óptica del Primer Mandatario, ante los altos índices delincuenciales que vive el Ecuador. En cadena nacional, enfatizó que se trata de una acción “regulada”, que contará con varios requisitos. Uno de ellos es el certificado de la prueba psicológica emitido por el Ministerio de Salud Pública.

Desde el ámbito profesional es difícil respaldar este documento, los test psicológicos son subjetivos. De acuerdo con la Dra. Ma. Gabriela Reinoso, médico psiquiatra, el entrevistado puede omitir información, sesgando el resultado. Por lo tanto, no debería ser el único medio para la evaluación de su estado mental. En este proceso juegan un rol importante factores que pasan desapercibidos, como los efectos causados por el consumo de sustancias que alteran la percepción del entorno. “Hay personas que tienen reacciones complejas cuando están alcoholizadas. Es posible que aumente su impulsividad, llegando a ser agresivas y transformándose en un potencial riesgo”, explica.
Otro componente a considerarse es el psicosocial. Los niños o jóvenes que han crecido en un ambiente violento tienden a desarrollar alteraciones cognitivas y emocionales, asumiendo que esta es una forma de resolver sus conflictos. Esto se observa con más frecuencia en el sexo masculino. La estructura de una sociedad que formaliza la violencia, a través de la industria del entretenimiento (televisión, redes sociales, videojuegos, etc..), le da cierto glamour al uso de la fuerza en una lucha constante entre héroes y villanos.

El porte de un arma origina una falsa sensación de seguridad, en este caso frente a la delincuencia, que se trasladará a otras áreas de la interrelación social. Entonces, será la herramienta que cubrirá inestabilidades emocionales en casa, el auto o al caminar en la calle. De hecho, existe la posibilidad que sea usada en los entornos inmediatos del portador, contra la pareja o un amigo, como método letal en un suicidio o accidentalmente por un menor de edad.
La formación técnica y capacidad de un civil para detonar una pistola, no garantiza que sea bien empleada. Las prácticas en un polígono de tiro se efectúan en un medio controlado, que no se acerca al hecho de disparar contra otro ser humano. No es posible una comparación entre el ejercicio por el que han pasado delincuentes, desde temprana edad, para quienes halar un gatillo es un acto mecánico, con el de un individuo que jamás lo ha hecho. El ciudadano común sigue en desventaja.

En un escenario de estrés máximo, durante un asalto, por ejemplo, nadie está en capacidad de determinar el tipo de reacción de la víctima y el perpetrador. El miedo es una emoción primaria que ha permitido al hombre conservarse como especie, dando lugar a la huida, congelarse o enfrentar la situación con agresividad.
“El efecto inmediato de una población armada es profundizar el miedo. No solamente por la situación delincuencial, sino también ante mis pares”, reflexiona la profesional.
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