Debido al bloqueo de vías, la situación de las personas con insuficiencia renal crónica se ha complicado porque no han podido acceder a los centros de atención y por la imposibilidad que los insumos médicos lleguen a su destino.
Las movilizaciones encabezadas por la Conaie han afectado también a la salud. A la escasez de productos de primera necesidad se suma, ahora, la de insumos médicos que perjudica a sectores vulnerables del país. Uno de ellos es el compuesto por los pacientes que sufren de enfermedad renal crónica. Cerca de 19 400 personas en el Ecuador requieren mantener sus tratamientos de diálisis. De ellos, el 95% se realiza hemodiálisis, es decir, precisa trasladarse tres veces por semana a centros especializados, públicos y de convenio con las diferentes aseguradoras, para conectarse a una máquina que limpiará su sangre. Luego de 72 horas sin someterse a este procedimiento (o dos sesiones seguidas) se origina una emergencia dialítica, lo cual implica un riesgo de muerte.
Existe un grupo humano que ha optado, en cambio, por recibir diálisis peritoneal. Esta se efectúa en casa y consiste en llenar el abdomen de una solución que elimina las impurezas. Este procedimiento se lleva a efecto a través de una membrana llamada peritoneo (de allí su nombre), el tiempo de duración dependerá de varios factores, pero regularmente se ejecuta durante la noche. Si bien permite al individuo estar listo para sus actividades cotidianas a primera hora, debe hacerse todos los días. Sin embargo, durante el período de las movilizaciones sociales ha existido dificultad para que los insumos sean entregados en los hogares de cada paciente, situación que causará complicaciones para la continuidad del régimen de restablecimiento.
De acuerdo a una estimación del Ministerio de Salud Pública en el 2018, cerca del 10% de la población ecuatoriana sufriría algún grado de insuficiencia renal. Los estadios de esta afección se clasifican de 1 a 5, siendo este último el que requiere una terapia sustitutiva de la función del riñón. El Dr. Washington Osorio, médico nefrólogo y vocal científico de la Sociedad Ecuatoriana de Nefrología, Diálisis y Trasplantes (SEN), comenta: “Hay que tener claro que los pacientes que llegan a estos estadios avanzados y con necesidad de diálisis son los sobrevivientes. Es decir, quienes no han fallecido por diabetes, hipertensión u otras complicaciones”.
Según datos obtenidos, mediante una encuesta rápida por los socios de la SEN en varios hospitales del país, se indica que el ausentismo de los pacientes en hemodiálisis llega al 11%. Este dato refleja un número importante de quienes ya han perdido, al menos una vez, sus citas curativas. Esta inasistencia puede acarrear graves consecuencias, la principal: la acumulación de líquidos y toxinas que requerían ser eliminadas. “Está reportado en la literatura científica mundial que, si un paciente fallece dentro de los ocho días posteriores a la falta de hemodiálisis, se puede atribuir este acontecimiento a la ausencia del tratamiento”, explica el médico.
Las provincias más críticas por la inmovilidad de pacientes son Pichincha, Imbabura, Cotopaxi, Tungurahua y algunas de la Amazonía. De allí que los representantes de la SEN hicieron un llamado público a las autoridades nacionales y líderes del paro a negociar un acuerdo que faculte crear corredores humanitarios, que viabilicen el desplazamiento de pacientes crónicos e insumos sanitarios para sus atenciones. La alerta de esta sociedad científica se fija en el objetivo de evitar víctimas fatales indirectas.
