Si en casa su niño o adolescente utiliza tiempo en exceso para los videojuegos es importante el control. Se requiere de un tratamiento psicoterapéutico, psicosocial e intrafamiliar. Hay que seguir el programa trazado por los profesionales.
Según establecen las clasificaciones internacionales de las enfermedades mentales, el juego patológico fue reconocido como trastorno en 2013. Y, cuatro años después, la Organización Mundial de la Salud incluyó al videojuego dentro de esta categoría.
Para que pueda identificar si su niño o adolescente ha desarrollado esta alteración, PrilMed conversó con Saúl Pacurucu Castillo, médico psiquiatra, con diplomado en adicciones, director del Centro de Reposo y Adicciones del Hospital Psiquiátrico Humberto Ugalde Camacho de Cuenca y presidente de la Asociación Latinoamericana de Adicciones. El especialista explica que se debe analizar si la práctica de este tipo de juegos ha generado problemas o deterioro en el funcionamiento personal, familiar, social y educativo.
Entre los síntomas que se presentan y que deben ser una alerta están: la necesidad de jugar durante más tiempo y con mayor frecuencia o que el menor se muestre nervioso e irritado, si se le solicita abandonar el juego para un cambio de actividad. Si nota que no puede dejar de jugar o que se preocupa –por ello– en demasía, también debe prestar atención.
Otro de los indicios, que es preciso observar, es si miente para ocultar que juega, pierde relaciones interpersonales, el contacto con la familia se deteriora, presenta comportamientos inadecuados, se deprime con facilidad, se obsesiona, ya no tiene interés por otro tipo de labores y usa los videojuegos para aliviar el mal humor.
¿Qué hacer como padre? Pacurucu Castillo detalla que primero es necesario examinar, de forma permanente, la situación de apego de los menores a los videojuegos. Si encuentra que hay exceso, debe consultar con el especialista (psicólogo o psiquiatra). “Siempre recomiendo que el profesional al que acuda tenga conocimiento en los problemas adictivos. La adicción a los videojuegos tiene características intrínsecas o intracerebrales, similares a las de los padecimientos producidos por el uso de sustancias, que incrementan la función del neurotransmisor vinculado al placer”.
También es importante que los equipos electrónicos sean utilizados en áreas de acceso común, para que los niños y adolescentes no se escondan y que el tiempo destinado a los videojuegos sea corto. Juegue junto con su hijo, planifique tiempo para otras tareas (lectura, deporte) y participe en juegos de la vida real (con juguetes, juegos tradicionales, colorear dibujos, etc.), que no sean de fantasía, ya que estos generan más confusión. “Todo se resume a un control adecuado, que los niños tengan un horario para comer, descansar y recrearse. Es necesario una programación previa y que usted no deje de controlar”, recalca.
¿Qué pasa con el suministro de medicación? Pacurucu Castillo explica que “se la puede usar en casos en los que se haya diagnosticado algún trastorno susceptible de ser tratado por medios químicos. Aclaro que se la aplica solo cuando hay una patología como depresión o cuadros de ansiedad, no cuando se trata únicamente de la adición a los videojuegos”.
Si bien, en el Ecuador no existen datos precisos sobre esta dolencia, en Reino Unido el uso de las pantallas electrónicas con este fin es de 11,6 horas por semana. En Alemania supera las ocho horas y en Francia es de ocho horas, durante el mismo período.
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