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La erotofobia o el rechazo al sexo

Lo importante es tratarla con la ayuda de los profesionales indicados: un psicólogo y un sexólogo son la mejor guía. Esta es una dolencia más común de lo que se cree. Dos expertos describen detalles.

Una pareja que tiene problemas de relacionamiento sexual y afectivo.
Fotos: Freepik

La erotofobia es el miedo a la vida sexual. Qué tan conocida es, en qué consiste y cómo atenderla. La fobia es aquello que produciría malestar o sufrimiento a los pacientes, “es una manifestación de un estado anímico-psíquico, que debe ser manejada con el apoyo de un especialista”, lo afirma Blanca Martínez, psicóloga clínica del Centro de Psicología Aplicada de la PUCE.


Esta aversión específica es la complicación de uno de los miembros de la pareja con el ‘eros’ (la atracción sexual), donde se conectan cuerpo y mente, para complementarse con el otro y con diversos espacios de su vida. Esta condición se muestra de diversas formas: “La sexualidad de las personas tiene que ver con varios parámetros, como las relaciones afectivas, el género, el sexo, las identidades, la orientación, etc.”


Con la erotofobia hay una inhibición. Es decir, se evita el relacionamiento con cierto tipo de actividades, que producen este estado de rechazo corporal, “el paciente no ubica qué es lo que pasa y siente angustia (respuesta fisiológica)”.


Claudia Cruces, quien es psicóloga y sexóloga, corrobora lo indicado por Martínez y también indica que “es más común de lo que se cree y que, por lo general, no es atendido a tiempo. Por citar un ejemplo, las mujeres lo enfrentan cuando buscan quedar embarazadas”.

Una pareja que tiene problemas de relacionamiento sexual y afectivo.

La especialista comenta las causas de este temor y considera que un factor clave es la falta de educación sexual. Este miedo aparece y se nutre, por la innumerable información que “hemos escuchado en el ámbito social, los consejos de las propias madres, cuando una amiga dice que es terrible la primera vez, etc.”. En la actualidad, la idea de que la virginidad debe ser bien cuidada y que la mujer debe guardarse para el esposo aún existe. Lo que también está atado al desconocimiento del propio cuerpo y las sensaciones que produce.


Ignorar qué es y para qué sirve el sexo conduce a la erotofobia. A decir de Cruces, está difundido el concepto de la vida sexual y reproductiva (juntando siempre las dos categorías), cuando lo correcto debería ser hablar de la salud sexual (en solitario) “¿Y si alguien decide no tener hijos?”, se pregunta la profesional. La mayoría de pacientes que llegan a su consulta no manejan la noción de que es un acto para disfrutar, un placer que se debe experimentar.


Según el artículo ‘Erotofobia, la fobia al sexo, sus causas, síntomas y tratamiento’, publicado en el portal web de Alquimedez Mental Health Counseling, este trastorno es complejo, ya que engloba otras aversiones sexuales como la genofobia, conocida como coitofobia, que se refiere al miedo irracional y los picos de estrés ante las relaciones sexuales con coito. Y la gimnofobia, temor a la desnudez (nudofobia).


También se presenta el rechazo a la intimidad, que no tiene que ver con el acto sexual, sino con el hecho de sentirse próximo a la otra persona, tanto en el sentido emocional como físico. La parafobia, cuando surge el recelo a pervertirse o a las perversiones del otro. Dos últimas son la hafefobia (rechazo a ser tocado) y la filemafobia (pavor a los besos).

¿Qué hacer entonces? Los psicólogos clínicos recomiendan entender que ‘eros’ significa atracción sexual y que esta afección se materializa en la inhibición. Es preciso comprender que un encuentro de este tipo no se refiere solo al coito, sino “al relacionamiento con los demás, a expresar las ideas, sentimientos, emociones…”.


Hay parejas, que no se perciben por fuera de los roles de padre y madre. Este sesgo en el procesamiento de la información produce un serio impedimento de contemplarse con ojos de atracción.


La actuación del hombre es importante, Cruces indica que existen pacientes mujeres que le comentan, por ejemplo, que a sus parejas no les agradan ciertos olores o las rechazan cuando están en su período menstrual, “este momento podría ser muy placentero para ella, se lo debe descubrir”.


La sexóloga explica que hay dos caminos, que se analizan en psicología: colocar al paciente frente al tema de forma abrupta o la sensibilización progresiva, que ella recomienda. Esto significa abordar la alteración de a poco. “Se inicia con el análisis de las palabras, para una mejor familiarización. Se mira imágenes y solicita a la pareja que empiece a tocar al otro por encima de la ropa. Después que explore sus órganos genitales, para que la persona se relaje y lo gocen. El objetivo es aprender y soltarse juntos”.

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