Protección solar masculina: una urgencia de salud, no de vanidad
- Redacción Prilmed
- hace 22 horas
- 2 Min. de lectura

Frases como “mi piel morena no lo necesita”, “no me quemo” o “el bloqueador quita la vitamina D” carecen de fundamento. El daño solar es acumulativo y silencioso, y puede manifestarse años después en forma de manchas, arrugas prematuras o cáncer de piel.
El cáncer de piel afecta cada vez más a hombres en Ecuador y la región. En Guayaquil, el índice de mortalidad masculina aumentó de 1,2 a 4,37 muertes por cada 100 000 hombres entre 2008 y 2017. En Quito, se registraron 41 casos por cada 100 000 hombres en 2020, según datos de Solca.
A partir de los 50 años, ellos superan a las mujeres en riesgo de melanoma y suelen recibir diagnósticos más tardíos, con peores pronósticos.
Las causas no son biológicas, sino culturales, menor hábito de cuidado facial, trabajos al aire libre, calvicie sin protección y el mito de que el protector solar “es para mujeres” o “solo sirve en la playa”. En Brasil, el 43 % de los hombres nunca usa protector solar; en Argentina, solo uno de cada cinco lo aplica a diario; y, en Ecuador la tendencia es similar.
“La protección solar masculina no es un tema de vanidad, sino de salud. Un hombre que se cuida del sol está invirtiendo en años de vida saludable. Nuestra invitación es clara, protector solar todos los días, sin excusas”, lo mencionó Andrea Iñiguez, vocera de Megalabs.
Las zonas más afectadas en los hombres son el rostro, cuello, cuero cabelludo, orejas y espalda, precisamente aquellas más expuestas durante el trabajo o el deporte. Protegerlas no toma más de un minuto, aplicar fotoprotector SPF 50+, reaplicarlo cada dos horas, cubrir la cabeza si hay calvicie y usar gafas y bálsamo labial con filtro solar.
La prevención, autocuidado y responsabilidad para proteger la piel, en un país donde el sol no da tregua, debería ser tan natural como colocarse el cinturón de seguridad al conducir o cepillarse los dientes.
En Quito, el sol está tan cerca que basta unos minutos al aire libre para sentir su fuerza. A casi 3 000 metros de altura, la radiación ultravioleta alcanza niveles extremos durante gran parte del año. Lo curioso es que el daño del sol no se ve de inmediato, pero deja huellas visibles con el tiempo, tanto en la piel como en lo que nos rodea.
Un ejemplo claro está en los autos: con los años, la pintura se agrieta, pierde color y brillo. Lo que muchos desconocen es que ese deterioro se parece alarmantemente al daño que la radiación solar causa en la piel humana. Esta observación dimensiona el daño solar que ocasiona en las personas. Es fundamental entender que la fotoprotección no es vanidad, sino una parte importante de la salud preventiva.


