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Cuatro postulados para atender al paciente desde la ética

Los gestores administrativos de las casas de salud pueden aplicar una normativa establecida, con el objetivo de mejorar el servicio que se le otorga al enfermo.

Una médico atiende con empatía a su paciente.
Desde la academia se desarrollan esfuerzos para garantizar un trato digno en los servicios médicos. Fotos: Freepik

Los gestores administrativos de las casas de salud pueden mejorar las prestaciones que recibe el paciente, tomando la ética como un pilar fundamental en sus funciones. A través de una serie de normas individuales, que rigen el accionar del personal médico, se garantiza que exista una atención de calidad, humana y que se ajuste a las necesidades y realidades de cada persona.


Gracias a varios mecanismos, como el estudio de enfermedades dentro del contexto cultural, personal y emocional, se ha fortalecido la relación entre el doliente y el profesional de la salud, para que prime el respeto.


Para la Dra. Irene Carrillo Mayanquer, docente de la maestría en Gestión de la Calidad y Auditoría en Salud, de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), “el cuidado ético de los pacientes se centra en la persona desde el respeto de su dignidad humana, valores, principios y derechos”.

Dra. Irene Carrillo Mayanquer, docente de maestría en la UTPL. Foto: cortesía Dra. Irene Carrillo.

Cuatro son los postulados para que la labor médica se maneje sobre la base de la ética. El principio de la no maleficencia, en el cual se evita hacer daño. Es decir, los profesionales de la salud deberán tener una formación permanente para sortear la imprudencia y la negligencia. Se debe prevenir la afectación física, mental, social o psicológica.


Un segundo es la justicia, que encierra en su significado igualdad, equidad y planificación. Hace referencia a lo esencial de atender primero al más necesitado. Además, exige tratar a las personas por igual, sin discriminación de etnia, edad, nivel socioeconómico o escolaridad. También demanda un uso racional de los recursos materiales, para evitar que falten cuando más se necesiten. Carrillo explica que es el postulado más difícil de respetar, “porque decimos que la salud es para todos, pero sus servicios son escasos y los recursos económicos limitados”.


La autonomía se define como la capacidad que tiene el enfermo de decidir, en relación con su estado de salud. Esto implica conocer las consecuencias de las acciones a realizar. Supone considerarlo capaz de definir qué hacer. Para esto es necesario establecer una relación interpersonal sin coacción, ni persuasión, donde prevalezcan la información, las dudas y la consideración de los aspectos de su vida cotidiana.


El cuarto y último es el de beneficencia, que se basa en la necesidad de siempre inclinarse por la mejor opción. El personal de salud debe comprender y buscar alternativas. Por ejemplo: es preferible que quien recibe cuidados paliativos esté con su familia durante los últimos días de vida, para evitar un mayor padecimiento.

La aplicación de estos postulados permite que un paciente ejerza a cabalidad sus derechos, como acceso a la atención médica, a un trato digno, a la toma de decisiones, a solicitar la opinión de otro médico experto, a informarse sobre los riesgos y consecuencias de un tratamiento, a la asistencia religiosa y, en especial, a la reserva de su información.

Un estudio realizado en diversas universidades del Ecuador en 2006, donde se analizaron a las carreras de medicina, reflejó que no todas contaban con la ética como materia en su pénsum. En la actualidad, esto ha cambiado, indica Carrillo, y hoy sí están presentes. En la academia es fundamental y transversal en todas las ciencias de la salud.

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