Los sonidos especiales de Navidad contribuyen a una buena salud emocional. Diversos estudios científicos demuestran que escuchar melodías, campanas, villancicos, etc., fomenta un corazón cálido y sonriente.
El último mes del año trae más que celebraciones, luces festivas y comidas especiales. En diciembre surge una atmósfera auditiva única, que contribuye de manera significativa a la salud emocional y al espíritu navideño. El sonido de las canciones típicas de la época, los cascabeles, las risas y las conversaciones largas, luego de las cenas, son las experiencias auditivas que crean ese ambiente mágico de la época.
La capacidad de escucha permite estar inmerso en lo que se conoce como el ‘efecto cóctel’. Es única en el ser humano, ayuda a concentrarse en un discurso específico, incluso en entornos ruidosos. El doctor Edward Chang, profesor adjunto de Neurociencia de la Universidad de California y autor de una investigación publicada en la revista Nature, explica que, gracias a este, “se puede prestar atención a la exposición de un solo hablante, en medio de una multitud ruidosa”.
Esta habilidad se compone de aspectos tanto psicológicos como neurológicos. A pesar de la cacofonía de sonidos que llegan a los oídos, el cerebro procesa la información de manera selectiva, sintonizando uno específico, como la voz de una persona, mientras ignora la del resto. La dimensión psicológica subraya que este enfoque se dirige a lo que se desea o necesita escuchar, dotando de significado a la selección.
Es por ello, que el instituto de corrección auditiva GAES detalla la influencia de los sonidos decembrinos, desde las comparsas navideñas, hasta el tintineo de las campanas. La música es un componente esencial para la creación de esta atmósfera festiva. Según estudios, como el del Dr. Teppo Särkämö –docente de Psicología de la Universidad de Helsinki (Filandia) y profesor asociado de Neuropsicología de la Unidad de Investigación Cognitiva del Cerebro– la música tiene el poder de activar regiones cerebrales asociadas con emociones positivas y nostalgia. Este impacto explica la conexión profunda que las personas sienten con los clásicos villancicos y las interpretaciones modernas, durante la temporada navideña.
Una de las revelaciones es que, para su efectividad, la música reside en la manera en que manipula los sentidos de la expectativa y a menudo opera en un nivel subconsciente. Esta estructura se moldea mediante la interacción de acordes mayores y menores. En el contexto navideño, el re menor 7 y bemol 5 surgen como una armonía popular.
Las campanas son las que anuncian la alegría, como un símbolo universal de esta temporada. Según el investigador en Ciencias del Comportamiento Social, de la Universitat Pampeu Fabra (Barcelona), Salvador Soto-Faraco, el tintineo no solo agrega un elemento festivo, también tiene un impacto en la percepción del tiempo y la creación de experiencias memorables, como la llegada de momentos especiales y la sensación única asociada con las fiestas.
Los sonidos naturales y tradicionales desempeñan un papel crucial en la construcción del espíritu navideño. El músico sueco Emil Axelsson afirma que “las resonancias como la de la lluvia y la del silbido del viento, no solo contribuyen a la ambientación invernal, sino que también generan un sentido de calidez y cohesión social, que arraigados en la tradición, añaden significado a la experiencia que se vive en Nochebuena”.
GAES asegura también que, desde la música que eleva la emociones, hasta el campaneo, permiten recordar la alegría de la temporada y la creación de recuerdos perdurables. Al sumergirse en esta sinfonía, el ser humano se da el permiso de llegar a un corazón cálido y acogedor en la Navidad.
