El uso de desinfectantes debe efectuarse con una limpieza previa. Existen pasos que es preciso cumplir para su correcta utilización, que incluyen leer las instrucciones del fabricante. La Organización Mundial de la Salud también se ha sumado a esta campaña publicando la técnica de los tres baldes.
Pasar por alto las instrucciones del fabricante y desconocer el orden de uso de los productos de limpieza y desinfección, no solo que pueden originar serias afectaciones al sistema respiratorio, sino que surge el riesgo de propiciar contagios de enfermedades.
El covid-19 hizo que la humanidad se volcara al consumo desenfrenado de productos de desinfección como alcohol antibacterial, gel antiséptico, desinfectantes, sanitizantes, entre otros. Lo mismo ocurrió con los artículos de limpieza como jabón y detergentes. Todo, con el propósito de prevenir su ingreso a hogares y trabajos. Pero, ¿esto ocurre así?
María Fernanda Zurita, magíster en Ciencias Biomédicas, expresó su preocupación al citar que los estudios demuestran que en la materia orgánica (suciedad) acumulada se forman biofilms. Estos funcionan como reservorios de microorganismos que, a su vez, se mantienen protegidos evadiendo el efecto de desinfectantes. Por lo tanto, siguen siendo contaminantes en las superficies donde no se los limpia completamente.
No leer las instrucciones del fabricante es otra mala práctica. Al colocar cantidades erróneas de estos líquidos se producen vapores dañinos, que terminan agudizando los cuadros de afecciones respiratorias, especialmente entre aquellos individuos propensos a alergias como el asma. Un error constatado es la mezcla de sustancias como cloro con desinfectante, incluso alcohol con cloro y desinfectante; combinaciones que pueden producir ácidos corrosivos y tóxicos volátiles, que dificultan la respiración.
Para contrarrestar este comportamiento equivocado, la magíster Zurita puntualizó que, previo a aplicar un desinfectante, hay que frotar con un trapo limpio el espacio deseado con agua y jabón para retirar la suciedad; permitir que se seque, para luego utilizar la dilución de desinfectante, producto que actúa solo. Para finalizar el procedimiento, hay que enjaguar el trapeador o paño que se empleó antes de repetir el ciclo. En sitios como el baño la limpieza absoluta dura entre tres y cinco horas, dependiendo de la frecuencia de uso.
Explica que, cuando los líquidos se tornen turbios, se reemplacen inmediatamente, pues el efecto del desinfectante pierde su eficiencia.
Por último, la biomédica fue enfática al señalar que es preciso iniciar limpiando y desinfectando las zonas que se consideren menos contaminadas; y, al final, los espacios de mayor tránsito. Remarcó que, al hacerse a la inversa, los virus y las bacterias pueden ser trasladados y exponer la salud de las personas, especialmente de grupos vulnerables como niños, tercera edad, pacientes con problemas respiratorios y enfermedades preexistentes como la diabetes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también aporta al correcto manejo de los productos de limpieza y desinfección. En sus publicaciones, recomienda la técnica de los tres baldes, que consiste en colocar en un recipiente solo agua y detergente; una segunda cubeta debe contener exclusivamente el desinfectante; y, por último, el tercer recipiente, llevará únicamente agua, para el enjuague del trapeador o paño utilizado.
La OMS indica que es indispensable evitar el contacto directo con la piel, ojos, inhalación o ingesta, por lo que quien haga el aseo precisa guantes, gafas y mascarilla. Además, de tener bien identificados los productos de limpieza y desinfección, es fundamental revisar constantemente las instrucciones del fabricante, ya que la fórmula o la concentración química de sus productos podría cambiar y el modo de su disolución.
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