La ingesta diaria de proteína trae grandes beneficios para la salud. Una dieta saludable y diversa aporta a un mejor crecimiento celular, muscular y al desarrollo del sistema nervioso central.
El pollo es una carne baja en grasa, alta en proteínas (aminoácidos) y micronutrientes. Es muy versátil al prepararla, combina con cualquier carbohidrato. Es una pareja ideal para los vegetales y para cualquier tipo de bebida. Esto invita siempre a consumirla, para que la salud se beneficie del sinnúmero de nutrientes que posee.
Sus aminoácidos son pieza clave para el funcionamiento correcto del organismo. Brinda un aporte único al desarrollo celular, la formación de enzimas, el crecimiento hormonal y la masa muscular. También refuerza los huesos y las conexiones neurológicas. Tiene hierro, que evita la anemia; así como selenio y zinc, que estimula las defensas. Además, es un cúmulo de complejo B y aporta las vitaminas necesarias para la energía celular.
La Dra. Alegría Dávalos Vega, médico nutrióloga, indica que se puede comer recetas con pollo varias veces al día y a cualquier hora. Para el almuerzo, “la cantidad ideal se la puede medir desde el doblez de la mano hasta la punta del dedo más largo. El grosor debe ser de un dedo”; para la cena, “desde el doblez de la mano hasta antes de los dedos”. Este tipo de carne, durante la semana, es posible consumirla entre tres y cuatro veces; al pescado, dos; y, al cerdo o res, una o dos veces.
Los platos con pollo también armonizan con el desayuno. Un sánduche, empanadas rellenas o un estofado, son perfectos para iniciar el día. Para la persona que hace deporte, ingerirlo antes o después del entrenamiento, repara los músculos. Y al adulto mayor le favorece en la masticación, al servirlo desmechado o molido. “También se lo acompaña de salsas para un mejor sabor. Ayuda con la masa muscular para evitar la sarcopenia e inmunológicamente, con las defensas”, explica la profesional. Es más fácil digerir, lo que simplifica el trabajo del páncreas y del hígado. Cuando hay problemas digestivos, de hipertensión o cardiovasculares, es la carne más indicada.
Otro “súper alimento” son los huevos, que aportan con siete gramos de proteína cada uno. No se aconseja separar la clara de la yema. La clara tiene albúmina, que es amigable con el organismo, ya que cuenta con las mismas características moleculares que ya circulan en la sangre. Y en la yema se encuentran la luteína, zeaxatina y colina, que generan defensas, aportan con el crecimiento y con el desarrollo neurológico. Se recomienda dos o tres huevos diarios que, por su poder proteico, sustituyen a un filete de pollo.
Se los degusta cocidos, revueltos o fritos, sin utilizar aceite en demasía. No es aconsejable ingerirlos crudos, “en ese estado el organismo no absorbe sus cualidades proteicas. Se tiene la creencia que es perfecto para mezclar con batidos y jugos. No es así, ahí pierde su aporte. Es preciso que esté cocido y expuesto a temperaturas altas para beneficiar a la salud”.
Otro mito que es necesario dejar de lado es que el consumo de huevos aumenta el colesterol. La especialista descarta este argumento y afirma que, “los de gallo y gallina tienen los mismos componentes nutricionales que los que se encuentran en un supermercado. El color de la cáscara varía, según la raza del animal. Tienen grasa buena, por ello, no afectan al colesterol”.
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