La mamografía es un examen radiológico que ha venido evolucionando. En 2015, los primeros equipos que entregaban una imagen en tercera dimensión llegaron al país. Hasta el momento, es el método de diagnóstico más efectivo que se ofrece en esta área.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) registra que el cáncer de mama es el más común y la segunda causa de muerte de las mujeres en la región. En Ecuador, de acuerdo con el tercer boletín epidemiológico de Solca-Quito (2022), es la tercera causa de muerte. En este contexto, los esfuerzos para contrarrestar el impacto de esta grave enfermedad son constantes. Uno de ellos, se fundamenta en el desarrollo tecnológico, que viene de la mano con la modernización de los procedimientos de valoración.
La mamografía es un método que usa rayos X, en dosis bajas inocuas para la salud, para crear una imagen del tejido que compone los senos de la mujer. En un inicio, se empleaban placas que eran observadas con una fuente de luz posterior. Si bien ayudaban, era necesario contar con el ojo experimentado del médico para leer correctamente la lámina. En ocasiones, aparecían campos poco definidos u obscuros que dejaban dudas en los profesionales. Esto derivaba en lo que se conocía como un re-llamado para repetir las tomas desde ángulos distintos.
15 años atrás apareció la mamografía digital en dos dimensiones, que no dispone de ninguna película. La imagen es replicada directamente en un monitor de alta resolución. Lo cual permite efectuar acercamientos para mejorar la visibilidad. Y, desde hace siete años, aproximadamente, se ofrece en nuestro país este servicio en 3D. Esta prestación última, adicional a las ventajas de su predecesora, tiene la capacidad de trabajar cortes de 1 mm en el tejido. Existe la posibilidad de lograr hasta 60 imágenes por cada seno, dependiendo de su tamaño.
La Dra. Valeria Mata Cañadas, médica radióloga –especializada en imágenes mamarias– del centro Imade y del Hospital Carlos Andrade Marín, explica que “la principal ventaja de este examen es que aumenta, hasta en un 30%, la detección del cáncer invasivo de menor tamaño. Lo que significa ubicar lesiones de 4 mm que, con la mamografía 2D, no se visualizan de forma adecuada”.
Este sistema, también llamado tomosíntesis, posibilita observar las microcalcificaciones de forma inequívoca, por lo que no es necesario que la paciente requiera de una segunda cita para hacer otras proyecciones. Se lo recomienda en mujeres con senos densos, que son difíciles de evaluar con la mamografía tradicional o digital. Todas las personas adultas tienen la posibilidad de acceder a este estudio sin restricción de edad, incluso aquellas que se efectúan esta revisión, por primera vez.
El protocolo de screening de mama, a escala mundial, indica que esta prueba debe ejecutarse a partir de los 40 años y repetirla de forma anual, a menos que existan factores de riesgo. Con la detección de alguna anomalía, es necesario reducir este lapso a seis meses o según las instrucciones del especialista tratante. Finalmente, la doctora Mata pone énfasis en que “todas las campañas deben encaminarse a la realización de la mamografía, más no a la palpación. Este es el único método que va a detectar el cáncer en una fase inicial”.
